I. Después de haber sido conducidos, como creemos, por el Espíritu de Dios, para recibir a Jesucristo como el Señor, Salvador y Supremo Tesoro de nuestras vidas, aceptando a la Biblia como la verdadera y completa revelación de Dios, y en la profesión de nuestra fe, habiendo sido bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, ahora, en presencia de Dios y de la congregación, con el más grande gozo y solemnidad entramos en alianza el uno con el otro como un cuerpo en Cristo.
II. Nos comprometemos, por lo tanto, con la ayuda del Espíritu Santo, a caminar juntos en amor cristiano, a procurar el avance de esta Iglesia en el conocimiento, la santidad y la paz; promover su espiritualidad y sus frutos; a congregarnos regularmente, sostener su culto, las ordenanzas y la disciplina; a recibir y probar bíblicamente la enseñanza de las Escrituras impartidas por los ancianos de la iglesia, de acuerdo con la Declaración de Fe de la Iglesia Bíblica Gracia Soberana, buscando el crecimiento de la unidad en la verdad bíblica; a contribuir alegremente y con regularidad al apoyo del ministerio, los gastos de la iglesia, el alivio de los pobres, y la propagación del evangelio a través de todas las naciones.
III. También nos comprometemos a mantener devocionales familiares y personales; a educar a nuestros hijos en la fe cristiana; a buscar la salvación de nuestros parientes y conocidos; a andar con prudencia en esta vida, para ser justos en nuestras relaciones, fieles en nuestros compromisos, y ejemplares en nuestra conducta, a evitar todos los chismes, la maledicencia y la ira excesiva, a buscar la ayuda de Dios en la abstención de todas las drogas, alimentos, bebidas, y las prácticas que causan graves perjuicios injustificados al cuerpo o ponen en peligro nuestra propia fe o la de otros.
IV. Además, nos comprometemos a velar los unos por los otros con amor fraternal; a recordarnos unos a otros en la oración, a ayudarnos mutuamente en la enfermedad y en la angustia, a cultivar la simpatía cristiana en el sentir y la cortesía al hablar; a ser lentos para tomar las ofensas, pero siempre listos para la reconciliación y conscientes de las reglas de Nuestro Salvador para asegurarla sin demora.
V. Nos comprometemos, además cuando seamos movidos de esta ciudad, si es posible, a unirnos a una iglesia con ideas afines en la que podamos llevar a cabo el espíritu de este pacto.